lunes, 28 de diciembre de 2009

Hay viajes donde se deja el cepillo de dientes



Volver cansa las muñecas, empolva el olfato, desconoce el orden. Enigmáticamente ha engordado el salitre, las paredes se contrajeron, y el frío escapó de la memoria. Tu cuerpo vuelve cansado, hecho últimamente para las madrugadas y los madrugones, duermes tarde para soñar pesado.


Es la tibia ordenanza del regreso, la reparación lenta de las partes oxidadas, frías. Es verdad que ningún dolor rebasa tu estatura, sabes el lodoso camino de regreso a tus cabales. Fuiste todo eso que te reservaste o te reservaron, se acabaron los cuentos, y no fuiste heroína, puta o princesa, fuiste vuelo a deshora, dulce de lengua por las mañanas, atraco de los sentidos, huellas por la cocina, desnudez ensoñadora, sangre para las sábanas.


Pero quién eres tú para decir qué fuiste, si eso no es de la opinión púdica, si no eres la que se fue, la que estuvo ni la que regresó. Entonces quién es esa que ha dejado rezagos de su existencia en el lugar anterior, algún libro, pasadores, una mascada, tal vez un cepillo de dientes que es ya de la basura.



1 comentario:

funkdefino dijo...

estornudo de sangre indeleble es lo que cubre de un tiempo a acá todas las noches. a veces siento que hay alguien ahí, permanente; un color que destiñe sin ganas de irse.